Tsutusmi chunagon monogatari, clásico que Satori ediciones publica bajo el título La dama que amaba los insectos y otros relatos breves del antiguo Japón, constituye probablemente el conjunto de relatos más antiguo de la historia del mundo en sentido estricto, ya que se centran en un personaje o en una situación y presentan con viveza la vida y las costumbres de su tiempo. Compilado por mano anónima entre los siglos XI y XII, época de esplendor de las letras niponas, la única certeza que se tiene sobre su autoría es que, al menos uno de los relatos fue escrito por una mujer, la dama Koshikibu, en 1055.
Este delicioso conjunto de relatos nos descubre la realidad del Japón hace nueve siglos: el mundo de la corte, su rígida etiqueta y su laxa moral. Una aristocracia en decadencia, rendida al culto desmedido a las formas y a la estética, asistió al nacimiento de los grandes clásicos de las letras niponas.
En esa sociedad estrictamente regulada y construida entorno a las más refinadas apariencias, una dama se rebela contra las imposiciones y el decoro causando estupor entre los cortesanos y provocando la desazón de sus padres. Mientras que sus compañeras disfrutan contemplando las delicadas y elegantes mariposas, ella prefiere las denostadas orugas; mientras que las jóvenes aristócratas se rasuran las cejas y se tiñen los dientes de negro siguiendo la moda de la capital, ella rechaza los convencionalismos y sonríe mostrando sus dientes inmaculados. La dama rechaza los artificios y la superficialidad e ignora las burlas y comentarios que suscita su excéntrica actitud pues ha descubierto que solo los espíritus libres de apariencias pueden llegar a ver la auténtica naturaleza de las cosas.