'Yo combatí en Ucrania. No puedo hacer que nuestro Ejército se retire a casa, pero puedo contar mi experiencia'. Febrero de 2022. Pável Filátiev tiene treinta y tres años. Es ruso. Está contratado en las fuerzas de asalto del Ejército. Un día reciben la orden de partir. No saben adónde van ni cuál es su misión. Entre rumores e indicios, a medida que marchan formando una columna de vehículos armados, marcados con una 'Z', la realidad va revelando, día a día, la verdad de su misión: ellos, el Ejército de Rusia, están cruzando la frontera con Ucrania y avanzan hacia Jersón. Dos historias convergen en este acto de confesión y de rebeldía, en esta crónica bélica y sentimental: la primera es la de un soldado que se va adentrando en la primera línea del frente (al desconcierto y la falta de información, se suma la precariedad de las condiciones en las que se encuentran), y la segunda transcurre a su regreso, dos meses después, cuando se topa con otro frente: el de una sociedad civil en la que la palabra guerra no existe y la televisión emite propaganda y falsedades, mientras la vida sigue y nadie parece hacer frente a la corrupción y al poder. Este crudo y trágico relato en primera persona -la primera y hasta ahora única crónica directa de la invasión escrita por un soldado ruso, y por lo tanto, la única que describe las condiciones del Ejército ruso y lo que este hizo durante las primeras semanas de la guerra- posee el valor del testimonio inmediato, aún candente, de un conflicto que continúa.