Existe, en algunos medios intelectuales, una indisimulada obsesión por relacionar exclusivamente los orígenes europeos con la filosofía griega, el derecho romano y la religión cristiana, omitiendo los componentes celtas, germanos y eslavos de Europa. Sin embargo, el pasado europeo no se reduce a la trilogía Roma-Atenas-Jerusalén, sin obviar, por supuesto, a sus pueblos indoeuropeos protagonistas, es decir, griegos e itálicos. Y olvidan lo esencial: que pueblos como los germanos constituyen una parte sustancial de los ancestros de los europeos occidentales, tanto desde un punto de vista antropológico y genético, como desde una dimensión lingüística y cultural. No disponemos en lengua española de muchas monografías dedicadas a los antiguos germanos, salvo por lo que respecta a los visigodos (en cuyo caso, la bibliografía española es bastante considerable, aunque de desigual calidad). Las obras publicadas se centran casi exclusivamente en el momento en que los germanos se hacen perceptibles para los romanos, basándose también casi exclusivamente en las fuentes históricas y no en la arqueología. Muchas de ellas