Sabemos que los filósofos andan un poco empanados desde que Tales de Mileto se cayó en un pozo de tanto mirar el firmamento. A otros pensadores igual de despistados los han pillado con las manos en la masa: hornean grandes ideas de las que salen sistemas filosóficos completamente alejados de la realidad. En realidad, un filósofo artesano debería ser como un maestro panadero que ofrece diferentes estilos y sabores: baguette (Descartes), pan cateto (Heidegger), barra de Viena (Wittgenstein), chapata (Vico) o mollete antequerano (María Zambrano). Asimismo, los filósofos suelen ser buenos cerveceros, pues la cerveza y el pan son hermanos gemelos. La filosofía no ofrece una de cal y otra de arena, sino pan (sustancia, materia) y muchas bebidas espirituosas (imaginación, posibilidad). Por eso algunos profanos consideran que un filósofo se parece más a un borrachín parloteando con sus colegas de profesión que a un panadero, aunque ya dijo Günther Anders: «Un filósofo que escribe solo para filósofos es tan absurdo como un panadero que solo hace pan para otros panaderos».
Andrés Lomeña, autor de Filosofía a sorbos, se arremanga de nuevo para sacar una selecta bandeja con todo tipo de panes, harinas y semillas. Este compendio de artículos breves está repleto, una vez más, de referencias cinematográficas y seriéfilas; el libro amasa el turbulento presente filosófico mediante el análisis de Los Vengadores y Harley Quinn, sin renunciar a clásicos contemporáneos como La princesa prometida o Dentro del laberinto, pasando por la filosofía de El rey león, Los Simpson y The Office. En estas páginas encontrará pan de molde si busca alimentos blandos (por ejemplo, la filosofía de Bob Esponja) o panes integrales (El lobo de Wall Street, Apocalypto, El indomable Will Hunting) si quiere más fibra en su dieta filosófica.
Filosofía en rebanadas ofrece pan y circo, sí, pero hay más pan que circo en su interior y además se corta en limpias rebanadas para que pueda mojarlo o degustarlo fácilmente. No desee toda la hogaza de pan. Siga el rastro de migas. Cómase una o dos rebanadas. Pruebe las tostas y hágase un sándwich. Sírvase sin pudor. Al fin y al cabo, este manual filosófico está dirigido a quienes nunca tuvieron la suerte o el privilegio de nacer con pan de oro bajo el brazo.