Una mañana de primavera de 1957, el veterano fotógrafo periodístico David Douglas Duncan hizo una visita a su amigo y a menudo tema fotográfico Pablo Picasso, en la casa del artista cercana a Cannes. Al lado de Duncan, la mascota del fotógrafo, un teckel llamado Lump, hacía las funciones de copiloto en su Mercedes 300 SL «Alas de Gaviota». Fotógrafo y perro eran compañeros inseparables, pero el estilo nómada de Duncan y su otro perro ?un galgo afgano enorme y celoso que tiranizaba a Lump? les complicó mucho la vida en Roma. Cuando ese mágico día llegaron a casa de Picasso, Villa La Californie, Lump decidió que había llegado al paraíso en la Tierra y que se trasladaría a vivir con Picasso, tanto si era aceptado como si no. Lump, en Alemania, donde nació, significa «granujilla».
Esta alegre historia, inédita hasta ahora, del artista y su perro da una imagen sensible poco común de Picasso. Lump fue inmortalizado en un retrato que Picasso pintó en un plato el día en que se conocieron, pero aquello fue sólo el principio. En una explosión de más de cuarenta pinturas inspiradas en la obra maestra de Velázquez, «Las Meninas», Picasso reemplazó al sabueso impasible del primer plano por vistosas versiones de Lump. En la actualidad, todos esos luminosos lienzos configuran el eje central de la exposición del Museo Picasso de Barcelona, que el artista donó a la ciudad que lo acogió en su juventud. En este libro se reproducen catorce pinturas a todo color, junto con las fotografías de Duncan en blanco y negro de Picasso y Lump, íntimas y cargadas de dramatismo, que completan la odisea de un teckel afortunado que pasó de ser un reacio guerrero de la carretera a un icono peludo y estilizado del arte del siglo XX.