Traída en 1347 por una nave de Oriente, la peste fue durante siglos, hasta el Setecientos, el gran miedo de la sociedad europea. La medicina no encontraba las causas y, en consecuencia, no sabía aportar un remedio eficaz al contagio que no fuera el aislamiento de los enfermos y la cuarentena. El brote de peste producía un colapso en la vida de la comunidad, cualquier actividad era entorpecida o paralizada, y los ciudadanos se adaptaban con dificultad a las restricciones.
En este libro Cipolla centra la mirada en una villa florentina en tiempo de la gran epidemia de 1630: ha descendido entre la gente «malhechora y rebelde» de Monte Lupo ha narrado, junto con el clima sobreexcitado y atemorizado de un país en poder de la enfermedad, los primeros y fatigosos pasos de una política sanitaria, el afianzamiento gradual de una ciencia que se emancipaba de la fe.