En esta segunda colección Atticus explora la energía infecciosa de iniciar una relación, pero también las realidades tumultuosas del compromiso o la nostalgia agonizante de estar solo de nuevo. Aborda, además, la cuestión de cómo vivir con propósito y escribe de manera conmovedora sobre el baile, París, clubes de jazz, puestas de sol, compartir una botella de vino en el río, los días de lluvia, crear y destruir… Nos recuerda, en definitiva, que necesitamos momentos de belleza y de dolor, la oscuridad y las estrellas, para apreciar plenamente todo lo que la vida y el amor pueden ofrecernos.