El 14 de octubre de 1964, Vladimir Nabokov, un insomne crónico, comenzó un curioso experimento. Durante los días siguientes, justo al despertar, anotó sus sueños siguiendo las instrucciones que encontró en Un experimento con el tiempo, del filósofo británico John Dunne. El objetivo era probar la teoría de que el tiempo puede discurrir también hacia atrás, de modo que, paradójicamente, un acontecimiento futuro puede generar un sueño anterior. El resultado –publicado aquí por primera vez– es un diario fascinante en el que Nabokov registró sesenta y cuatro sueños (y los subsiguientes episodios diurnos) en 118 tarjetas, que ofrecen una visión singular del artista en su ámbito más privado. Más allá de una mera anécdota biográfica, este experimento avivó el apasionado interés del autor por el misterio del tiempo, concepto que influyó en numerosas de sus novelas, incluida la obra maestra Ada o el ardor.