La poeta y cineasta iraní Forugh Farrojzad fue una gura muy controvertida en su
época. Encarnó el espíritu de rebelión contra una sociedad, la iraní, que detrás de una
aparente occidentalización seguía profundamente ligada a los dictámenes religiosos y
morales de una rígida cultura patriarcal.
Cinco décadas después de su trágica muerte a la edad de 32 años sigue siendo la voz
más importante y revolucionaria de la literatura persa.
Su obra es el testimonio de una mujer apasionada que vive en un país lleno de
contradicciones, el Irán de los años 50 y 60 con el sah y la dolce vita persa, muy
distinto a la teocracia que se instauraría después de la revolución islámica de 1979.
Sus versos anuncian el nacimiento de una nueva mujer sin tapujos que se enfrenta a
los crueles juicios morales y religiosos de la sociedad en la que vive.
Tanto en su escritura como en su vida privada, desaó los estereotipos femeninos y
conmocionó a la entera sociedad iraní. Su talento es inconfundible: ferozmente
honesta, perspicaz y maravillosamente lírica, su trabajo se ha ganado un lugar de
honor en la milenaria tradición de los ilustres poetas iraníes.
Forugh Farrojzad nace en Teherán en 1935 en el seno de una familia burguesa.
Con dieciséis años se casa con su primo en contra de la voluntad de sus padres, y un
año más tarde da a luz a su único hijo, Kamyar. Dos años después, en 1954, la pareja
se divorcia y ella nunca más pudo volver a ver a su hijo. Su padre militar la repudia y
le impide volver a la casa familiar. Aunque ya componía poemas en sus años
estudiantiles, es después de esa compleja travesía personal cuando irrumpe en la
escena literaria. En 1955 publica su primera antología, titulada Cautiva. Sus rebeldes
poemas fueron duramente criticados por el mundo académico y fue acusada de
corromper a la sociedad. Desde este momento el acoso de la crítica y de la prensa ya
nunca cesaría.
A este primer poemario seguirían El muro (1956), Rebelión (1958) y Otro nacimiento
(1964), considerado un hito de la poesía persa contemporánea y donde Farrojzad
reeja su emancipación y liberación de la tradición, tanto en el plano formal como en
el personal. En 1974, después de su muerte, se publica su quinta y última colección de
poemas, Tengamos fe en el comienzo de la estación del frío.
Muere el 13 de febrero de 1967 en un accidente de coche en extrañas circunstancias.
Está enterrada en el cementerio Zahiroddoleh, a los pies de los nevados montes
Elburz en el norte de Teherán.