El silencio es, a la vez, el opuesto de la palabra y la condición de esta. Cada uno de los términos invalida a su contrario pero al mismo tiempo no puede existir sin él, ya que la palabra nace del silencio del pensamiento, o de la emoción, y muere en el silencio de la memoria. Pozzi repasa aquí con exquisita prosa las etapas y desafíos del aprendizaje monástico del silencio mediante la lectura, la oración y la meditación, vehículos todos para alcanzar la más alta de las metas: la propia humanidad.