La novela describe las peripecias de unos peregrinos a lo largo de la ruta jacobea que discurría por los castillos fronterizos de los reinos cristianos con el califato omeya de Córdoba, tal como se hacía en el año 995.
En esta época el gran Al-Mansur (Almanzor) diezmaba a los ejércitos cristianos.
Mientras tanto, las peregrinaciones hacia Santiago son cada vez más numerosas y sirven para acrecentar la fe en una victoria que no termina de producirse. El incremento considerable de peregrinos extranjeros convierte a Santiago en uno de los tres grandes centros de culto del cristianismo, como también lo eran Roma y Jerusalén.
Pero el camino de Santiago no es seguro para los caminantes por los numerosos ataques de las tropas árabes, por los robos, asesinatos y resto de pillerías que se producían a diario entre los mismos creyentes. Por eso, el rey Bermudo de León decide enviar a su mejor hombre a fin de que averigüe lo que realmente ocurre y dé una solución rápida al problema.
El camino de Santiago, anteriormente, en la cultura celta, era conocido como el camino de las ocas, porque era la ruta de las migraciones de estas aves. Un animal sagrado considerado como el mensajero de los dioses, porque podía desenvolverse sin dificultad en los tres medios (agua, aire y tierra) De hecho, el juego de la oca es en realidad un mapa criptográfico que según la leyenda se utilizaba para reconocer los puntos más importantes del camino de Santiago, tanto de protección como de peligro.