Gracias a los avances tecnológicos, a mediados de este siglo seremos capaces de parar el proceso de envejecimiento y extender indefinidamente la esperanza de vida. Algunos científicos como el biogerontólogo Aubrey de Grey están ya empezando a hablar por primera vez en la historia de que el envejecimiento es una enfermedad curable.
La media de la esperanza de vida ha aumentado radicalmente en las últimas décadas gracias a la medicina regenerativa, los tratamientos con células madre, las terapias genéticas, la impresión 3D de órganos, la bioingeniería, la nanotecnología molecular, las drogas antiedad o las hormonas de crecimiento, entre otros progresos. Compañías como Google ya se han dado cuenta de que curar el envejecimiento es posible y por eso están creando empresas como Calico o Human Longevity que investigan sobre ello, pero también empresas sin ánimo de lucro como la Fundación Methuselah.
La prueba de que todo esto es posible es que ya existe en la naturaleza. Algunas células ya son inmortales y las células madre poseen la cualidad de reproducirse indefinidamente, al igual que las células cancerígenas. Y lo mismo ocurre con organizamos como las Hydras o algunas especies de medusas, que si no se las mata, no morirían nunca. Los autores sostienen en este libro que en un par de décadas, hacia 2045, llegaremos a la “muerte de la muerte”, donde ésta será opcional. Moriremos a causa de accidentes, pero nunca por muerte natural.
Nos dirigimos hacia un futuro donde la muerte no tendrá dominio. Casi nadie en el mundo entiende esto, pero los autores lo entienden muy bien, con una perspectiva global y un excelente conocimiento de los nuevos avances científicos. La muerte de la muerte nos muestra el camino a seguir, a lo largo de los muchos caminos tecnológicos y personales, a la promesa de una vida más larga y más saludable.
Raymond McCauley, científico, emprendedor y profesor fundador de Singularity University