El octosílabo, que es el verso español por excelencia, sitúa por sí mismo, y sin duda alguna, al poeta y al cantor que lo construye. Luis Pastor, santo y seña de una generación que amaneció con las manos atadas, nos ofrece en ¿Qué fue de los cantautores? su decurso vital, su peripecia artística y, lo que para mí resulta fundamental, su decidido e inagotable compromiso con la causa humanista. Y lo hace con un resultado lírico verdaderamente brillante, pues Luis se mueve como pez en el agua en el verso octosilábico, que es también medida tradicional española para la canción —en la que el autor es maestro de maestros—, y, apoyado en su ritmo, construye en primera persona su imagen de hombre entre los hombres con una narrativa efectiva y cautivadora, igual que lo son su sonrisa y su mirada vivaz teñida de la melancolía del fado.
La voz que aún nos eriza y que fue capaz de hacer temblar a un régimen fascista alucinado, hoy se hace palabra escrita.
La lectura es fluida, casi encabalgada por el ritmo tranquilamente frenético del que Luis Pastor la ha dotado, e incontenible hasta gastar el último verso de un trago largo y hermoso.
Luis Felipe Comendador