Rosa Luxemburg pasó tres años y cuatro meses en la cárcel durante la Primera Guerra Mundial. Completamente aislada del mundo exterior, sólo recibía libros y cartas previamente censurados. Una vez al mes recibía una visita bajo vigilancia estricta. Aún así, durante todo ese tiempo se las ingenió para seguir trabajando y escribiendo, haciéndole llegar ilegalmente a sus amigos algunas octavillas, manifiestos y artículos políticos, que en alguna ocasión llegaron incluso a publicarse bajo seudónimo.
Pero también mantuvo una correspondencia privada. El presente volumen reúne las cartas dirigidas a su amiga Sophie Liebknecht, en las que Luxemburg, ocupándose de temas variados, de experiencias cotidianas, de recuerdos vivos, hace gala de una gran sensibilidad y una destreza literaria sorprendente.