En la ciudad, el tiempo es lo que siempre nos falta. Corremos para conseguir más y, sin embargo, tenemos siempre menos.
En este libro, en cambio, el lector encontrará doce meses que podrá recorrer sin prisa, siguiendo el ritmo de las estaciones y de sus cambios.
Ahora sí, delante de estas páginas tenemos tiempo y podemos escribir un poema, mirar, contemplar, enviar una carta, esperar, dormir y soñar. Porque no hay nada más importante que saludar una nube que pasa.