Me llamo Clara.
Clara, como la mujer anciana de la portada de este libro.
Era mi bisabuela.
A su lado reposa mi madre. Tenía la misma edad que yo.
Tan solo doce años.
Doce años no son nada, apenas el inicio de una primavera que está aún por florecer; pero fue precisamente a mis doce años cuando recibí su herencia, hecha de palabras, de memorias, entre almohadones y susurros.
Durante las largas siestas de su último verano, mi abuela Magui me relató su vida, la recuperó para mí. Vivencias únicas, la historia de nuestra familia en un momento trágico en el que España se moría de tristeza.
«Es una novela conmovedora, íntima, personal, basada en una historia real».