Armado con ese humor mordaz y ese dominio del lenguaje que lo caracterizan y que lo convertirán en uno de los escritores norteamericanos más importantes de todos los tiempos, narra el autor de Tom Sawyer el viaje y, como podrá imaginar el lector, no deja títere con cabeza: empezando por él mismo, pasando por Miguel Ángel, los Maestros Antiguos, los guías de turismo -a los que pone a caldo-, franceses, napolitanos, y acabando por los Peregrinos y su viaje a Tierra Santa.