"Un corazón de noche" no es un poemario al que se ha agregado música y recitación: es palabra convertida en música y música transmutada en palabra. Cada uno de los textos ha sido concebido desde una semilla anterior a la palabra: un lugar interior de donde surgen las pulsiones del ritmo, la expresión, el sentimiento y las metáforas. Así, pues, experiencias, visiones, instrumentaciones y sentidos se han entremezclado en un intenso proceso de ocho años, en que el autor ha borrado los límites entre las artes a fin de acceder al núcleo subconsciente donde se engendran la sugestión y la memoria.
Aunque no resulte visible, la idea del libro surgió de la observación de los diferentes tipos de insectos. Cada poema es un fragmento de vida, pero también un insecto, considerado como una joya, un objeto silencioso o sonoro, una forma o un simple vehículo que transporta una experiencia emocional. Y cada frase de este libro es una materialización de las fuerzas del subconsciente encarnadas en esos maravillosos seres hipnóticos. En ellos, Meridian descubrió una belleza extraña y poderosa, capaz de traspasar la conciencia y la vida onírica. Una termita, una abeja o un insecto palo podían contener los códigos que descifran y permiten acceder a lo invisible.
En este libro esas criaturas apenas percibidas, más allá de los significados simbólicos, se han transformado en llaves para penetrar en la terra incognita de las emociones.
A través de ellos y de las palabras consideradas como procesos alquímicos, Meridian viaja al pasado, al amor, a los paisajes distantes y cercanos donde se produjo el dolor o el placer, esto es, al corazón de la identidad.
"Un corazón de noche" es también el primer fruto de una larga exploración del poder profundamente sanador de la palabra, más allá de la mera estética literaria, en un territorio donde se confunden la meditación, el trance hipnótico y la magia.