«En mi pradera» es un largo poema que convoca un territorio en el que cowboys, indios, búfalos, brujos, plantas silvestres, ríos, sirenas conviven bajo el hechizo de las palabras. No es un territorio imaginario. Es un lugar que, durante siglos, durante miles de años, la imaginación y la literatura se han empecinado en resguardar. Es un lugar en el que siempre estaremos a salvo, el territorio libre de la infancia, el refugio que invocamos antes de que la oscuridad nos cubra por completo. «En mi pradera» es un amuleto, una canción, una fórmula mágica que nos mantendrá a salvo, cada vez que lo leamos, de las ruinas del mundo que caen sobre nosotros.