Que en este país no es oro todo lo que reluce ya lo sabemos, y que una parte nada despreciable de la casta política vive del cuento, también. Es más, empezamos a conocer la punta del iceberg, pero ignoramos cómo son las entrañas de un Estado que se pudre día a día, expoliado por intereses bastardos, y a menudo coincidentes, de importantes estructuras financieras, partidos políticos y poderes públicos.
Estas Manos Sucias son las de la impunidad de empresarios y gobernantes vendidos al poder, al sexo y al dinero. Que sean víctimas de sus propias orgías por delincuentes de poca monta o se asocien con la mafia rusa, qué más da. Sus negocios son tan espurios como inmensos en un intercambio de favores que van más allá del escándalo.
Andreu García, de los Mossos d?Esquadra; el comisario Pardina, del CNP; el sargento Vílchez, de la Guardia Civil, y la conocida periodista Patricia Bucana organizan la que será la mayor redada anticorrupción de la historia, lo cual implica exponer sus vidas y enfrentarse a todos los poderes fácticos en juego, enredados en una trama que crece a un ritmo furioso gracias al imperativo de toda investigación policial de esta envergadura: hay que apresar a los malos con las manos en la masa.
Al final, y en el caso de Carlos Quílez, uno de los periodistas de investigación criminal más importantes que hay, la cuestión no es otra que esta: ¿y si la novela fuese el único espacio de libertad que queda para poder contar lo que no se puede decir, por increíble que parezca? A lo que el autor responde con mano experta, persuasiva y veterana, apuntalando el armazón de este nuevo género, el de la novela de no ficción, con el fin de disfrazar la realidad ¿o era al revés?? y convertirla en literatura.