Préjano, La Rioja, verano de 1935.
En esta villa a orillas del río Ruesca, el tonto del pueblo ha aparecido colgado de un árbol. Un suceso extraño en una localidad donde apenas pasa nada; tan solo lo que quiere o permite don Fausto Saldaña, el implacable cacique de la comarca. Una muerte demasiado absurda como para que la Guardia Civil no se ponga a hacer cábalas. Las primeras pesquisas apuntan hacia Casa Arcalís, lugar de residencia de don Melitón Miñambres, un adinerado indiano recién instalado en la vecina aldea de Turruncún.
Para el joven Valeriano Correa, exseminarista y ahora flamante secretario de Casa Arcalís, la muerte del tonto Afranio es motivo de curiosidad y sorpresa. Como lo son también el resto de personajes que habitan con él en la mansión del indiano, especialmente la escultural Dulce María, sobrina mulata de don Melitón y objeto de deseo de casi todo el mundo. Y mientras el sargento Trujillo y el joven Correa llevan investigaciones peligrosamente paralelas y compiten también por los favores de la exótica cubana, una nueva muerte agita el valle: un truculento crimen que pondrá al entrometido secretario en el punto de mira de la Guardia Civil y en las redes de Dulce María.
En la comarca de Arnedo, los estertores de una Segunda República agónica alternan con los truenos de una guerra civil en ciernes, y con las protestas airadas de un proletariado amotinado contra el cacique. Sin embargo, en medio de la vorágine, Valeriano Correa vislumbra la sospecha y se pregunta, mientras intenta salvar su propia vida, si las verdaderas intenciones de don Melitón Miñambres son las de defender los derechos de los trabajadores? u otras bastante más oscuras.