De mujeres que no se rindieron habla esta novela que se enmarca en un tiempo y en un lugar que son comunes a muchos tiempos y a muchos lugares porque lo que los define es la clase social de sus protagonistas, mujeres analfabetas enfrentadas a un mundo que escasamente comprenden pero del que saben que sólo se sobrevive peleando. Y ellas pelearon, sacaron adelante a sus hijos, con hombre y sin hombre, cuidaron de pequeños y mayores y además perdieron una guerra de la que sólo les llegó más miseria.
Leonor Paqué nos ofrece en esta novela un espejo en el que se reflejan las caras y las vidas de gentes que, aunque parezcan lejanos no lo están, están aquí, con nosotros. No hace tantos años este país era así. Las cuevas no eran para turistas sino los únicos lugares en los que mucha gente se podía resguardar del frío o del calor. La rebusca en el campo era la única forma de alimentar a la familia. A la ropa se le daba la vuelta una y otra vez para que aguantara. Y la voz del macho era la ley.
Mucho han cambiado las cosas, sí, afortunadamente, la nieta de María puede hoy, con esta excelente prosa, contar la historia de su abuela y con ella contar la historia de otras tantas abuelas de las que nadie contó nada.
Leonor Paqué nace en los años sesenta y pertenece a una generación de padres semi analfabetos cuyos hijos estudian y se convierten en los primeros que acceden a la universidad.
Haciendo equilibrios, la autora finaliza sus estudios de enseñanza media y más tarde los universitarios hasta conseguir la licenciatura en Ciencias de la Información. Comienza a escribir, consciente de que su vocación periodística llegó marcada por su interés en contar historias. Trabaja como becaria en una radio de Madrid.
Redactora, guionista, reportera de calle, asistente de jefes de redacción, hasta acceder a la dirección de programas con amplios equipos profesionales a su cargo y el producto final bajo su entera responsabilidad. En la actualidad aporta su experiencia periodística en la uned. Para la autora las palabras son llaves que, bien usadas, abren todas las puertas. Se mueve entre ellas con comodidad y soltura, le gustan sinceras y claras. Su juego favorito es ofrecer la palabra exacta que otro busca. La distingue su capacidad descriptiva para llevarnos a un lugar, a momentos de la historia, y sobre todo, a los corazones.