Cuando la diosa Lloth se sienta a jugar, las apuestas son las almas de su fieles y su propia inmortalidad. Ni siquiera los demás dioses de la Red de Pozos Demoníacos pueden resistir la atracción de ese juego fatal, y uno ya ha caído. Pero hay mortales que pueden sentir incluso los vientos cambiantes de los Planos Exteriores, y no todos carecen de poderes, incluso frente a la Reina de la Red de Pozos Demoníacos. Después de todo, fue necesario un mortal para hacer de Lloth lo que es ahora, y puede que se necesite a otro mortal para volver a ponerla en su sitio.
¿Pero cuántos dioses más morirán en el proceso?