Desde una perspectiva muy humorística, el autor se dirige a su hijo recién nacido para explicarle cómo saber tratar a las mujeres y relacionarse con ellas. Juega con situaciones que todos hemos vivido y nos ofrece la posibilidad de cambiar de perspectiva, verlas con mirada cómplice y sin rencores desde el otro lado. Parte desde una bandera blanca en la trinchera de los hombres –un símbolo que permite el acercamiento entre «enemigos», que rompe las distancias–. Para llegar al triunfo del enfoque femenino, una visión a la que se atribuye mayor emotividad, complejidad, inteligencia, afectividad y sociabilidad. Así lo va contando un hombre parlanchín, directo y dicharachero, que sabe ver los aciertos y reconocer los errores, alguien que se gana el respetode ellas y la admiración de ellos.