Helga comienza a escribir e ilustrar su diario en 1938. A los ocho años vive la invasión nazi de Praga recluida en su casa, ya que las escuelas no admiten judíos, y a sus padres se les niega la posibilidad de trabajar. En 1941, envían a toda
la familia al campo de concentración de Terezín, donde durante tres años la niña documenta en sus cuadernos la vida cotidiana, las duras condiciones y los buenos momentos, hasta que son transferidos a Auschwitz. Antes de subir al vagón, le entrega a su tío las páginas de su diario y éste las esconde entre los ladrillos de una pared.
De los quince mil niños que llegaron a Terezín y fueron enviados a Auschwitz, sólo cien sobrevivieron al Holocausto. Helga fue uno de ellos. Cuando regresó a Praga había cumplido quince años y en la pobreza más absoluta continúa el relato de las experiencias sufridas desde que dejó de escribir.
Reconstruido a partir de los cuadernos originales y de las hojas sueltas en las que Helga escribió después de la guerra, este diario se edita por primera vez. Se acompaña de una entrevista a la autora, y de los dibujos que realizó en Terezín. El
diario de Helga es uno de los testimonios más trepidantes que se han escrito durante el Holocausto.